Por: Darian Mozo
En su juventud, “Chana” nunca imaginó vivir en los Estados Unidos, pero el destino le tenía otros planes. Por medio de una prima, conoció a un hombre estadounidense que buscaba empezar una relación sentimental con ella. Durante un año, ella y su novio mantuvieron una relación a distancia mediante llamadas telefónicas.
Un día en 1994, él le ofreció la oportunidad de trasladarse a los Estados Unidos y tras meses de consideración la ecuatoriana, entonces de 42 años, aceptó. Se embarcó en una loca aventura migratoria y logró llegar a su destino.
Pero sus ilusiones y esperanzas desaparecieron cuando vio al hombre por primera vez: sí era él, pero con unos cuantos años extras.
Vivieron juntos pero en menos de un mes, Chana lo dejó a él y a la oferta que le había prometido.
Han pasado ya 30 años y durante todo ese tiempo, la experiencia de vivir en los Estados Unidos sin documentación para Chana, de ahora 73 años, no ha sido sencilla. La falta de acceso a diferentes ventajas como más facilidad de conseguir un trabajo donde le puedan ofrecer seguro médico y un salario justo establecido, la oportunidad de viajar al extranjero y visitar a su familia, poder aplicar para una vivienda propia y aplicar para beneficios fiscales y federales que faciliten su estilo de vida.
En tres décadas, no ha podido visitar su país de origen, por miedo a arriesgar su hogar en EE.UU. En la distancia, no ha podido ver a sus sobrinos crecer. Pero un posible beneficio migratorio para los migrantes ecuatorianos le puede cambiar la vida, otra vez.
Tras el abrupto golpe de criminalidad causado por bandas criminales en enero de este año en Ecuador, la comunidad ecuatoriana en Estados Unidos ha unido fuerzas para pedir al gobierno estadounidense la aprobación del Estatus de Protección Temporal (TPS). A principios de marzo, el actual presidente del Ecuador, Daniel Noboa, pidió oficialmente el TPS para sus connacionales. Ahora, se está a la espera de la respuesta de la administración del presidente Joe Biden.
Mientras muchos ecuatorianos buscan la aprobación del TPS para garantizar su mejor futuro en un país nuevo, para muchos más además le presenta la oportunidad de lo opuesto: El beneficio de poder regresar a sus país natal sin miedo a que les niega entrada a los EE.UU., mediante un permiso para poder viajar temporalmente.
Chana, quien lleva viviendo en Estados Unidos ya tres décadas, dijo que de ser aprobado el TPS, le traería muchos beneficios a su vida. Por ejemplo, podría volver a Ecuador a reencontrarse con su familia.
“Si quisiera pues, ya sabes, para irlos a visitar”, dijo Chana. “Todo lo que hacía era trabajar [para mi familia].”
La búsqueda de los ecuatorianos por obtener el TPS comenzó por primera vez en 2016 cuando Ecuador sufrió un devastador terremoto de magnitud 7,8, afectando la mayor parte de la costa del país y matando a más de 650 personas.
Chana incluso mencionó que tuvo la oportunidad de participar en la marcha en Washington D.C., donde los ecuatorianos de Nueva York apoyaban la lucha por que este estatus temporal sea aprobado.
A la gran desilusión de muchos ecuatorianos, el gobierno de los Estados Unidos, entonces bajo el mandato del presidente Barack Obama, negó la petición. En el caso de Chana, a pesar de haberse sentido desilusionada, sabe que en ese tipo de decisiones no hay mucho que se pueda hacer.
Mercedes Asencio, la cuñada de Chana quien reside en Ecuador, la describe como una mujer trabajadora quien siempre cuidó a su familia, incluso a la distancia, tomando la responsabilidad de brindarle apoyo económico a toda su familia.
“[Chana] era una persona muy trabajadora que tuvo que pensar muchas veces en emigrar para tener mayores ingresos para sustentar a la familia”, dijo Asencio. “La decisión de irse del país significó un impacto fuerte para toda la familia”.
Pero el sentimiento del vacío por no poder estar con ellos persiste. Uno de los momentos más duros para Chana, fue no poder asistir al velorio de su madre en el 2009. Solo pudo estar presente por videollamada.
“[Chana] sufrió muchísimo, la muerte de su mamá y que no podía verle, que no podía haber estado con ella durante su enfermedad, se descontroló muchísimo”, recuerda Asencio, “Y ahí es que ella me decía ‘¿Cómo puedo irme?’” .
“Ya no hay nada que hacer,” dijo Chana sobre aquel día, “Ya estoy muy mayor para estar llorando.” Los años pasaron, y esa responsabilidad en nombre del amor a su familia era lo que le daba las fuerzas para no desistir y quedarse Estados Unidos.
Otros de los beneficios que el TPS le daría a Chana es la oportunidad de conseguir trabajo dentro de los márgenes del mercado laboral. Recientemente, ella perdió su trabajo de mesera en un restaurante en El Bronx llamado “Manta Seafood” y no ha parado de buscar uno desde entonces. Chana cree que, de obtener un permiso de trabajo a través del TPS, tendría más opciones.
“Yo voy a trabajar un año para mi jubilación”, dijo Chana.
Este año y más que nunca, Chana también se ha incluido más en organizaciones de apoyo a inmigrantes como ‘Ecuatorianos Unidos por el TPS’. Chana asiste a la gran mayoría de foros informativos y reuniones para conseguir información acertada sobre este beneficio. Toda la información que aprende, la comparte con amigos cercanos para ayudarles a informarse.
“[Chana] siempre demostró un compromiso incansable en nuestra lucha por el TPS”, expresó Carrera, “y cuando pase el tiempo, tengamos el TPS y contemos nuestra historia, siempre la recordaremos como una mujer de alma noble, valiente y solidaria”.
La decisión final del TPS para Ecuador es soberana y no existe una fecha específica de cuándo se tendrá respuesta. Aun así, Chana se siente esperanzada en que la respuesta será positiva.
“Dios es grande, yo creo que sí [lo aprobarán]. Hay muchas instituciones que están colaborando, antes no había fuerza, pero ahora sí”, expresó Chana. “Vamos a ver qué pasa.”