Los restos de cerca de cinco mil migrantes mexicanos son repatriados de Estados Unidos todos los años a pesar de los costos y las dificultades que acarrea el proceso. Muchos acuden a las redes sociales para solicitar ayuda.

Ilustración por Ángeles Rodríguez.

Por Génesis Dávila Santiago y Dashiell Allen

Una mujer con los ojos hinchados levanta la mirada en dirección al cielo. Lleva las manos cargadas de flores blancas y, frente a ella, el escenario donde su esposo, una semana antes, cayó de una bicicleta mientras trabajaba como repartidor de alimentos.

“No porque somos inmigrantes vamos a quedarnos en la oscuridad”, exclama Cristina Ramírez, desde la orilla del Hudson River en Upper West Side, mientras recauda dinero junto a sus familiares y amistades.

El 22 de febrero de este año, Ramírez quedó viuda, con tres hijos, sin empleo y con la tarea de repatriar a su esposo, Jacobo Villano Pardo, a México para que sus suegros pudieran despedirse de su hijo de 33 años.

“Sus papás viven allá … y quieren ver a su hijo”, explica Ramirez más adelante desde su hogar. “Entiendo el dolor también que ellos sienten, como yo lo estoy sintiendo”.

Ramirez recuerda que Villano Pardo quería regresar a vivir en Tlapa de Comonfort, su pueblo natal en Guerrero, México. “Cuando fuéramos viejitos, nos íbamos a ir a vivir a México”, dice. Pero nunca imaginó que su esposo regresaría en un ataúd.

Cristina Ramírez pide ayuda para recaudar dinero para su repatriación en la orilla del Río Hudson. Foto: Dashiell Allen

Para Ramírez, y para los más de cinco mil migrantes que trasladan los restos de sus seres queridos desde Estados Unidos hasta México todos los años según la Secretaría de Relaciones Exteriores, la repatriación tiene un costo. Fluctúa entre $6 mil y $10 mil que las familias migrantes tienen que pagar, en muchas ocasiones, de forma imprevista, y realizar los trámites con el duelo sobre sus espaldas y sin orientación previa.

Aunque la repatriación forma parte del ideal de muchas familias migrantes, según expertos, en la ciudad de Nueva York, la mediana de ingreso de las comunidades latinas es una de las más bajas de toda la población — $47 mil anuales –, según datos del Censo. Por tanto, a muchas familias se les dificulta tener cuentas de ahorros o seguros de vida.

A esta situación, se suma que las poblaciones latinas poseen uno de los porcentajes más altos de muertes prematuras, 54%, del estado en comparación con otros grupos étnicos de acuerdo con el Departamento de Salud. Los datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México apuntan a que más de la mitad, el 56%, de las personas repatriadas a México desde distintas partes del mundo, eran menores de 56 años.

El Consulado de México en Nueva York posee un rol crucial al momento de realizar repatriaciones. Además de procesar documentos que identifican a la persona fallecida y sus familiares para que su cuerpo pueda trasladarse a México, en algunos casos, la entidad proporciona ayuda económica para cubrir parte de los gastos del proceso.

No obstante, de las seis familias entrevistadas para este reportaje, la mayoría resaltó que los servicios del Consulado fueron insuficientes porque el dinero otorgado no cubría los gastos en su totalidad y la orientación sobre el proceso no siempre fue clara.

Una reglamentación de 2017 todavía vigente establece que los consulados ofrecen un máximo de $1,800 para propósitos de repatriar los restos de un ser querido nacional del país. Aunque Ramírez logró recaudar los fondos para la repatriación gracias a una asistencia económica del Consulado y diversos donantes, no todas las familias reciben ayuda.

En cuanto al sentimiento generalizado de falta de ayuda por parte del Consulado, la entidad emitió una declaración escrita en la que aseguró que su programa de repatriación no se basa en apoyar, en su totalidad, a todas las familias. “Los recursos autorizados cubren parcialmente el costo del servicio según las normas establecidas”, pero en casos, excepcionales, la entidad añadió que pueden cubrir el costo total.

Del otro lado del río Hudson donde Ramírez llora la pérdida de su esposo, Irma Rojas, residente de New Brunswick, New Jersey, se hace cargo de la repatriación de su hermano, Orlando Rojas. Por falta de un consulado mexicano en su estado en ese momento, Rojas tuvo que trasladarse durante una hora para llegar al Consulado de Nueva York donde alega que se le negó la ayuda, por incumplir con uno de sus requisitos.

“Yo le pediría al Consulado que no pidiera tantos requisitos porque uno va con el dolor y con la ignorancia”, reflexionó Rojas meses después. “No sabía nada”.

Según Rojas, después de la muerte de su hermano, la mujer de New Brunswick hizo un contrato con una funeraria sin saber que debía solicitar cotizaciones de tres funerarias distintas para ser considerada por el Consulado. Además, no sabía de una lista de funerarias preferidas por el Consulado, que solo es presentada a una familia cuando esta solicita la asistencia.

El Consulado especificó, en una declaración no atribuida, que la solicitud de apoyo por parte de la repatriación de Rojas fue iniciada en la Ciudad de México, y no por Rojas. Sin embargo, no explicaron por qué ella no recibió ayuda.

“Es importante destacar que el desconocimiento de las personas sobre el requisito de presentar tres cotizaciones al Consulado General de México en Nueva York no es motivo para negarles apoyo”, lee la declaración escrita del Consulado.

Aunque el Consulado de México en Nueva York no proporcionó a este medio la lista de funerarias, la oficial de prensa Eunice Mirem Rodríguez, argumentó en una declaración escrita que el Consulado “no tiene suscritos convenios con ninguna funeraria”, pero que la lista existe para “facilitar la obtención de las cotizaciones y que las personas tengan acceso a funerarias que han demostrado seriedad y eficacia en los servicios”.

Asimismo, Rodríguez detalló que la asistencia económica se basa en que el solicitante se encuentre en una “situación de pobreza o insolvencia” y la cantidad otorgada dependerá de un cuestionario, una entrevista y el presupuesto de la unidad consular en ese momento.

Ante la falta de ayuda del Consulado, Rojas acudió a su comunidad: pegó fotos de su hermano en cajas que distribuyó en restaurantes que él frecuentaba. Además, Francisco Valentín, un activista local, la ayudó a grabar un video en Facebook, para pedir fondos.

“Muchos paisanos que viven por aquí cerca iban y me aportaban”, dice Rojas.

“La verdad que la comunidad de aquí de New Jersey sí son bien unidos”, resalta.

Un familiar de Jacobo Villano Pardo. Foto: Dashiell Allen

Para Alejandro Robles, un diputado migrante de México radicado en Toronto, Canadá, parte de la confusión del proceso de repatriación es que el servicio consular es demasiado opaco y burocrático.

“Si un connacional está necesitado de auxilio, es preferible que vaya a un nonprofit antes que a su consulado porque en su consulado no va a recibir atención alguna”, lamenta Robles. “Siempre tiene que probar todo. No hay nunca un principio de buena fe”.

Con su punto de vista concuerda Adrián Félix, profesor de la Universidad de California en Riverside, cuyos estudios sobre repatriaciones mexicanas han mostrado que el proceso de repatriación suele ser difícil para las familias a nivel emocional, debido al duelo, pero también a nivel institucional y gubernamental.

“Si no hay información, si no hay recursos, si no hay apoyo accesible, claro que se vuelve aún más complicado [el proceso]”, explica Félix mientras detalla que las comunidades con largo historial migratorio en ciertas regiones suelen tener mejores conexiones con organizaciones migrantes, comunitarias y con los consulados que facilitan el proceso.

El Consulado reiteró en su declaración su “disponibilidad de contacto con el Consulado General y el CIAM (Centro de Información y Asistencia a Personas Mexicanas), así como los portales donde se puede encontrar información sobre servicios de protección exclusivamente”.

Para Jonathan Juárez, director de la funeraria Previsiones Pedregales del Sur en la Ciudad de México que recibe cuerpos repatriados desde Estados Unidos, lo difícil de este proceso también se debe a diferencias culturales: en México, en muchos casos, una persona está enterrada uno o dos días después de su muerte. Por el contrario, la repatriación tarda entre semanas y meses. Ese tiempo “a los mexicanos se les puede hacer eterno”, sostiene.

A la orilla del río Hudson, en Manhattan, Ramírez pinta de blanco una bicicleta como símbolo de la muerte de su esposo. Le rodean decenas de personas que recaudan dinero y rezan por el alma de Villano Pardo. Entre los presentes, se encuentra María Varela, una congresista mexicana radicada en el Bronx con experiencia orientando a familias en el proceso de repatriación.

Varela, quien llegó a Nueva York a los quince años, entiende por qué las familias mexicanas necesitan repatriar a sus seres queridos en cuerpo completo. Ella recuerda no poder viajar a México cuando se murió su padre, tras no verlo por más de quince años.

“Cambia mucho el que diga ‘ni siquiera lo vi’, deja un hueco emocional muy fuerte en la gente”, explica Varela.

Familias contactan a Varela, quien les ayuda a hacer videos en Facebook, para pedir ayuda económica. Además, destaca Varela, esos videos dejan pruebas de las dificultades en el proceso de repatriación, que ella puede usar para incidir cambios ante el gobierno de México.

Apoyar a familias con la repatriación “me hace sentir más sensible ante la humanidad”, sostiene Varela.

 

Por medio de Varela fue que la familia de Modesto Enciso González, desde México, distribuyó un vídeo para recaudar fondos para su repatriación. El hombre de 45 años carecía de familiares cercanos en Nueva York y aunque llevaba muerto desde el 19 de enero, su familia en Hidalgo, México se enteró el 30 de marzo por medio de una publicación en Facebook.

“De momento, se nos hizo complicado, pero gracias a Dios [y] siguiendo las indicaciones, lo logramos”, expresa su hermana, Marcelina Enciso González, pocos días después de la repatriación y entierro del Sr. Enciso González completada el 6 de mayo.

Aunque esta familia recibió $1,000 por parte del Consulado de México en Nueva York y otros fondos de dos iniciativas mexicanas, el hijo del fallecido, Gustavo Enciso González, aseguró que la recaudación comunitaria de fondos le ayudó a completar la meta de $5,600. Al igual que Rojas, con ayuda de compañeros de trabajo del fenecido, colocaron cajas en tiendas para que las personas donaran.

“Somos de recursos bajos… se nos hizo un poco complicado el poder llegar a la meta de juntar la cantidad que se necesitaba para repatriar el cuerpo”, explica Enciso González quien, a cuatro meses de la muerte de su hermano en Staten Island, asegura desconocer su causa de muerte.

Por su parte, la oficina de New York City Chief of Medical Examiner explicó, por medio de un correo electrónico, que Enciso González llegó a la morgue en febrero luego de que un hospital local les notificara que su cuerpo no había sido reclamado. La agencia gubernamental argumentó que, como no estuvo a cargo de la investigación de la muerte del mexicano de 45 años, tampoco podía precisar su causa de muerte.

“No supimos ni cómo, ni cuándo, ni dónde [falleció]”, expresa la Sra. Enciso González para luego explicar que, debido al proceso de descomposición del cuerpo, tampoco se le permitió abrir el ataúd para ver por última vez a su hermano que llevaba 18 años en Nueva York.

Durante el velorio de Villano Pardo, el esposo de Ramírez, el ataúd también permaneció cerrado.

Aunque muchas familias insisten en asumir los costos de repatriar el cuerpo completo de sus familiares, en lugar de cenizas que suelen ser más económicas, por diversas razones, las familias no siempre pueden abrir el ataúd durante el velorio.

De acuerdo con Félix, esa insistencia en trasladar el cuerpo completo sin importar las condiciones en que se encuentre se debe a factores culturales, así como religiosos, debido a que muchas familias mexicanas son católicas.

“La repatriación de un cuerpo es sumamente importante por las tradiciones y los rituales después de la muerte de dar cristiana sepultura al cadáver… La migración complica aún más estos procesos de duelo y de luto… pero es importante recalcar que muchas familias buscan la manera de retornar a sus seres queridos”, explica el académico.

Por su parte, Osman Balkan, profesor asistente de Swarthmore College, apunta a tres razones principales por las cuales familias eligen repatriar a sus seres queridos: el sentimiento de pertenencia a un lugar y su conexión con el pasado de ese lugar, dónde se encuentra la familia en el presente, y el discrimen que pueda vivir un migrante en la tierra que habita.

“Entre muchos migrantes, vive esta idea del mito de regreso”, explica Balkan para luego añadir que esos sueños no siempre se cumplen y es, después de la muerte, que los familiares suelen decidir qué hacer con los restos de cada persona.

Cerca de un mes después de la muerte de Villano Pardo mientras repartía alimentos, sus padres lo recibieron en México para darle sepultura en su pueblo natal. Allí, a donde el hombre quería regresar con Ramírez para envejecer junto a ella, descansan sus restos.