Las salarios más altos y las condiciones laborales motivan a las mujeres a buscar empleo en industrias con sindicatos fuertes y dominados por hombres

Iliustración por Arvelisse Bonilla Ramos (Imagen de NYC: Arvelisse Bonilla Ramos / Imagen de trabajadora y MTA Bus: Shutterstock)

Por Arvelisse Bonilla Ramos y Francisco Uranga

Mujeres que levantan muros y empujan carretillas; mujeres detrás del volante de un autobús; mujeres al mando de un tren: hasta hace poco eran escenas poco vistas en Nueva York, pero eso está cambiando. Cada vez más trabajadoras dejan sus empleos como manicuristas, vendedoras o camareras y prueban suerte en la construcción o el transporte.

El cambio es más acelerado entre las trabajadoras latinas. Las motivan los salarios más altos y las mejores condiciones salariales en estas industrias, que tienen una de las mayores tasas de sindicalización de la ciudad.

Evelin Torres es una de las más de 5,000 latinas que trabajan en la construcción en Nueva York. Ingresó al sector en 2016, cuando llegó a la ciudad desde República Dominicana. Creció en una casa de carpinteros donde veía cada día a su padre y hermano fabricar objetos con madera. Eso despertó su vocación por la construcción.

A los 38 años de edad, Torres intenta que esa inspiración llegue a más personas. Torres es delegada de el Local 79, uno de los sindicatos de la construcción de la ciudad. Como organizadora voluntaria de la brigada del Bronx del sindicato está encargada de dar charlas y orientar a quienes se interesan por un empleo en el sector. Desde allí promueve que más mujeres ingresen a la construcción y conozcan sus derechos.

“Quiero que otras mujeres tengan las mismas oportunidades de avanzar que tuve en mi familia”, dice Torres. “Tenemos derecho a ganar igual que los hombres por nuestro trabajo”.

El número de trabajadoras latinas en la construcción aumentó un 54% entre 2016 y 2021. En ninguna otra industria creció tanto la contratación de latinas en la ciudad durante este periodo, según datos de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS, por sus siglas en inglés) elaborada por la Oficina del Censo. Aún así, las mujeres ocupan solo uno de cada diez puestos de trabajo en el sector.

El avance de las latinas en la construcción tiene dos explicaciones, según Jaclyn Kelly, directora del Servicio de Información sobre el Mercado Laboral de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés). Una es el cambio demográfico a largo plazo. A medida que se jubilan los trabajadores, son reemplazados por una nueva generación que es más diversa. La otra son los mejores salarios y condiciones laborales en comparación con sectores donde históricamente tenían una mayor presencia, como en los restaurantes o el comercio.

Tras la pandemia de COVID-19, explica Kelly, las trabajadoras se cuestionaron la conveniencia de retornar a los sectores donde ganaban poco y trabajan jornadas largas.

Kelly aclara, sin embargo, que estos fenómenos no son exclusivos de la construcción y también se produjeron en otras industrias, como el transporte. La característica que tienen en común: una tasa de sindicalización relativamente alta.

Un tercio de los trabajadores del transporte eran miembros de sindicatos en 2021 y casi un cuarto de los de la construcción, según el reporte The State of New York Unions 2022 de la Hofstra University. Otros sectores con presencia elevada de trabajadoras latinas tienen bajas tasas de sindicalización. Es el caso de manufactura (8.3%), ocio y alojamiento (8.1%), y venta al por mayor y menor (5.3%).

El beneficio de ser miembro del sindicato es evidente desde el inicio de la carrera en la construcción. Una trabajadora que recién comienza gana $18 por hora. Los nuevos miembros aprendices de Local 79 comienzan ganando casi $22 por hora más contribuciones médicas y de jubilación. Después de completar mil horas en obra, el trabajador obtiene un aumento de alrededor de $1.50 por hora.

El Local 79 cumple un papel activo en la incorporación de mujeres a la construcción a través de programas de entrenamiento para aprendices. Incluso hay compañías que patrocinan a mujeres para que realicen estos entrenamientos, cuenta Álvaro Gonzalez, organizador de Local 79.

“Nos dicen que necesitan más mujeres”, afirma Gonzalez.

Según Local 79, su programa de aprendizaje aumentó recientemente del 10% al 15% de cupos garantizados para mujeres participantes, incluyendo trabajadoras de la construcción latinas.

Para trabajar en una obra, la persona debe realizar una capacitación inicial de 40 horas sobre seguridad laboral. Es una formación fundamental para esta industria, que es la que tiene más accidentes fatales. En Nueva York hubo 13 muertes en el lugar de trabajo en la construcción en 2020, según el último dato publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU (BLS, por sus siglas en inglés).

Por las capacitaciones exigidas, dar los primeros pasos en la construcción puede ser costoso. La organización sin fines de lucro Workers Justice Project (WJP) se centra en reducir las barreras de entrada. Con el pago de una cuota anual de $50, los miembros de WJP acceden a cursos gratuitos certificados por la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés). Son entrenamientos que cuestan $1,000 en el mercado, dice Armary Pérez, organizadora de WJP.

En los últimos años más mujeres comenzaron a asistir al centro de formación de WJP, cuenta Pérez. Desde 2020, WJP entrenó a 2,145 trabajadores y 526 fueron mujeres, según datos del Departamento de Servicios para Pequeñas Empresas (SBS, por sus siglas en inglés) de la ciudad de Nueva York. Una de cada cuatro, un porcentaje superior a la participación de las mujeres en la construcción.

Armary Pérez organizando tarjetas de OSHA y SST de trabajadores en Workers Justice Project. Foto: Arvelisse Bonilla Ramos

Otro servicio que WJP brinda a los miembros es un grupo de WhatsApp donde avisa sobre los trabajos disponibles. Es una opción más segura que las paradas en la calle, tanto por los riesgos de robos como por el acoso a las mujeres, dice Aby Sánchez, representante de servicios para empresas y empleadores de WJP. Y que utilizan en especial los trabajadores recién llegados desde otros países.

“Muchos trabajadores vienen con grandes sueños de trabajar y comprar una casa”, dice Sánchez. “Nosotros tratamos de apoyarlos porque algunos no tienen a nadie aquí”.

Cartel con horarios y fechas de entrenamientos de OSHA y SST en Workers Justice Project. Foto: Arvelisse Bonilla Ramos

Conseguir empleo es solo parte del desafío, después hay que mantenerlo. Por eso, la organización Nontraditional Employment for Women (NEW) acompaña a las trabajadoras a lo largo de toda su carrera. NEW tiene como objetivo promover a las mujeres en sectores con buenos salarios y posibilidades de progreso donde están subrepresentadas. También dicta capacitaciones específicas para mujeres, conecta a trabajadoras desocupadas con empleadores y ofrece ayudas económicas para guarderías.

El cuidado de los niños, que recae mayormente sobre las mujeres, es una barrera para el ingreso a sectores como la construcción, destaca Katrice Thomas, vicepresidenta de programas de NEW.

“Muchas ven cuánto ganan quienes están en los sindicatos y descubren que no es tan difícil entrar”, dice Thomas. “Estar en un sindicato es una oportunidad para quienes no tienen título universitario, es una buena manera de que seamos más o menos iguales”.

Cristina Hernández era una de las 30 latinas que conducían trenes en 2016, cuando ingresó a la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus siglas en inglés). El número se multiplicó por cuatro desde entonces, pero solo ocupan un 3% de los puestos en esta rama.

Los lugares de trabajo no estaban preparados para recibir a más mujeres, cuenta Hernández. Había pocos baños y ninguna sala de lactancia, lo que fue un problema para ella cuando fue madre. Decidió reclamar, pero tuvo poco éxito hasta que encontró el respaldo del sindicato de los trabajadores del transporte (TWU, por sus siglas en inglés). Actualmente es parte del comité de mujeres trabajadoras del sindicato, desde donde promueve el ingreso y ascenso de las mujeres en la industria.

Selfie de Ingrid Rodríguez con su uniforme de MTA. Foto: Ingrid Rodríguez

La contratación de trabajadoras latinas comenzó antes en otras actividades, como la conducción de autobuses, donde representan un 9% de la fuerza laboral. Cuando Ingrid Rodríguez llegó a Nueva York desde República Dominicana, hace 30 años, se dedicó a cuidar a sus hijos. Pero cuando tomaba el autobús soñaba con sentarse algún día detrás del volante.

“Cogía la guagua todos los días y veía a esas mujeres, que eran pocas”, recuerda Rodríguez. “Y me decía que algún día yo iba a usar ese uniforme, siempre bonita, con mi corbata y sintiéndome poderosa”.

Como en su trabajo no le garantizaban una posición a tiempo completo, decidió postularse a un empleo en la MTA. Ingresar al sector del transporte fue una bisagra en la vida de Rodríguez. Por un lado, los horarios le permitían congeniar el trabajo con la dinámica familiar. Aunque el mayor cambio fue económico.

“Dependía de mi esposo, aunque no me sentía menos importante”, dice Rodríguez. “Pero ahora podía comprar cosas con mi propio sueldo. Como mujer, pasé de la dependencia a la independencia”.