Por Carla Colomé Santiago y Eduardo Salazar Uribe
La gestación subrogada o por sustitución, así como lo estipula la ley aprobada en el 2020 en el estado de Nueva York (The Child-ParentSecurity Act), permite que una mujer, conocida como gestante, acceda a gestar al hijo de otra persona o de una pareja. Actualmente, hay muy pocos datos sobre vientres subrogados en NY — y en general, en Estados Unidos-, pero los informes mostrados para validar las leyes al respecto indican que la mayoría de las parejas que acceden a este método, contrario a lo que se cree, son parejas heterosexuales, y lo hacen por distintas razones: ausencia de útero, alteraciones o anomalías, o enfermedades que no permiten que una mujer quede embarazada o suponen un riesgo para su salud.
Yessenia Murray, de 25 años y madre de dos niños, recientemente se convirtió en una mujer gestante. Dice que ha gestado el bebé de una pareja heterosexual, pues cree “profundamente” en la familia. “No lo hago como un negocio, para mí es una manera de ayudar a una pareja que lo necesite”.
¿Cuál es el procedimiento?
Los requerimientos varían según el estado donde se encuentra la gestante y la agencia que contrate para el proceso. La agencia “American Surrogacy” estipula que la mujer que desee ser gestante debe tener entre 21 y 40 años. No puede padecer de alguna enfermedad que comprometa su salud o la del bebé, y para ello la someterán a exámenes físicos. Además, la examinarán psicológicamente para comprobar que es una persona estable emocionalmente.
La mujer que desea ser gestante no debe recibir ayudas del Estado, debe vivir en un ambiente familiar estable, no tener problemas de ansiedad, ni tampoco récord criminal. Al menos debe tener un hijo propio antes de ser gestante, pues de esta manera tendrá experiencia en el manejo de las emociones y los cuidados físicos que debe tener durante el embarazo. No puede consumir drogas ilícitas, ni beber alcohol o fumar cigarrillos.
Murray dice que lo más difícil fue someterse a cuatro meses de inyecciones hormonales. A mediados del mes de marzo dio a luz al primer bebé que ayudó a gestar. “Tú eliges la familia, y ellos te eligen a ti. La agencia pregunta si tienes alguna condición, la mía fue que al menos en esta primera oportunidad quería que la pareja fuera de hombre y mujer”.
Murray, quien tiene un grado asociado y se autodefine como emprendedora, aseguró que ganó aproximadamente $40 mil, monto estimado por las agencias para las gestantes primerizas. Una gestante que lleva a cabo el proceso por segunda vez puede cobrar hasta $60 mil. Los padres invirtieron en todo el proceso alrededor de unos $150 mil , lo que incluye además del pago a la gestante, gastos médicos, honorarios de abogados, costos de la agencia. Ese, según distintas agencias, es el costo estimado de estos procesos, que pueden alcanzar incluso los 180 mil dólares, si se cuentan gastos extras como viajes, viáticos y otras atenciones a la gestante antes y después del parto.
Óvulos, espermatozoides y un contrato de por medio
Las parejas que desean tener hijos mediante la subrogación suelen aportar los óvulos y los espermatozoides, para así ser los padres biológicos y solo utilizar el útero de la gestante.
Existen mujeres que deciden hacerlo por cuenta propia, es decir, el trato lo hacen directamente con los padres biológicos y abogados. La cantidad de dinero que recibe la gestante “independiente” suele ser la misma que recibe una mujer contratada por una agencia.
Incluso, la ley de Nueva York para la subrogación protege siempre y cuando se celebre un acuerdo, y la gestante sólo coloque el útero. En caso de subrogación “tradicional”, que es cuando la gestante además aporta los óvulos, se considera la madre biológica. Por lo general no recibe compensación y lo hace de manera altruista, por lo que debe dar su hijo en adopción, lo cual significa un proceso distinto al que contempla la ley The Child-Parent Security Act.
A diferencia de otros lugares en Estados Unidos, en Nueva York la ley estipula que tanto los padres que pretenden subrogar, así como la gestante, deben someterse a una evaluación jurídica independiente para acceder al proceso. La ley también estipula que los contratos de gestación subrogada son legalmente vinculantes y exigibles ante los tribunales, y al menos 90 días antes del parto los padres pueden requerir una sentencia de filiación (la cual debe además enviarse al Departamento de Sanidad), lo que le concede los derechos de paternidad del niño o niña.
Los padres no necesariamente deben estar casados. Según la ley, a modo de evitar el “turismo de subrogación”, los padres deben ser residentes o ciudadanos de Estados Unidos. Si son extranjeros, dependerá del estado en el que se desee llevar a cabo la subrogación, y de un debido proceso judicial que declarará la filiación de los padres y se extinguirá la filiación que se pueda establecer respecto a la gestante, o a su esposo.
Riesgos, muertes y falta de información
De acuerdo con un último informe publicado en marzo de 2022 por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en el 2021 murieron 1205 mujeres por complicaciones durante el embarazo o en el parto. Las cifras sobre gestantes que mueren en el proceso no se especifican. Sin embargo, existen distintas noticias sobre gestantes que murieron durante el embarazo o en el parto, como el conocido caso de Michelle Reeves, reportado por CNN luego de que su pareja creó una campaña de recaudación de fondos a través de GoFundMe para costear sus funerales.
Las causas de las muertes varían, entre ellas el desplazamiento de placenta o la pérdida del líquido amniótico. Todas ellas, según especialistas consultados, son sometidas a distintos tratamientos invasivos, como una terapia hormonal intensiva. Por ello, las gestantes tienen más probabilidades de sufrir consecuencias adversas que las madres de alquiler tradicional que sólo reciben inseminación artificial, aunque tampoco hay estudios al respecto, según el informe sobre gestación subrogada en América realizado por el Consejo para una Genética Responsable (CRG).
Murray es consciente de los riesgos a los que se enfrenta: “Sé que puedo morir, es algo que incluso lo hablé con mi esposo, pero cuento con una póliza de vida en caso de que eso suceda, y así mis hijos recibirán una compensación”. Ella, que conoce bien sus derechos y niega que esto se trate de un “negocio”, ha atado bien los cabos a nivel económico, y de hecho está convencida de que en “la próxima — gestación — me pagarán más”.