Cada sábado la Brigada de Esperanza reparte alimentos en el barrio de East Elmhurst, donde la inseguridad alimentaria afecta a los migrantes latinos.

Voluntarios de la Brigada de Esperanza organizan las cajas de verduras en mesas afuera del edificio. (Crédito: Leila Medina)

Voluntarios de la Brigada de Esperanza organizan las cajas de verduras en mesas afuera del edificio. (Crédito: Leila Medina)

Por: Leila Medina

A las 9 de la mañana, los voluntarios de la Brigada de Esperanza llegan uno a uno. Hay cajas de comida por todo el lugar, estas tienen alimentos cómo vegetales, pan, nueces, frutas y de té. Los voluntarios vestidos con camisas azules, se saludan, comparten un breve desayuno y comienzan a clasificar los alimentos mientras bromean entre ellos y hablan de su semana. Afuera del edificio empieza a formarse una fila de personas con bolsas y carritos de compra. 

Así empieza cada sábado en la Brigada de la Esperanza en el condado de Queens en la ciudad de Nueva York.

Este proyecto inició como un programa para repartir alimentos en medio de la pandemia de COVID-19. Tres años después, ha ampliado su ayuda a migrantes que han llegado  a la ciudad en la reciente ola migratoria y quienes no tienen acceso a comida fresca. En el 2022 Nancy Tituaña, fundadora de la brigada, vio que su comunidad en Queens tenía problemas para acceder a alimentos porque muchos estaban contagiados del COVID-19. Ella dice que en un periodo de cuatro meses ese año, la brigada ayudó a cerca de 35.000 personas. 

 Tituaña trabaja desde su escritorio organizando los boletos de alimentos y tomando llamadas.

Tituaña trabaja desde su escritorio organizando los boletos de alimentos y tomando llamadas.

Brindar soporte y ayudar a las familias en situación de riesgo es lo que les motiva. “Lo que hacemos es ayudar con un granito de arena”, dice Tituaña. Ella asegura que las personas que llegan a la ciudad no tienen tantos recursos y muchas veces no tienen trabajo, por falta de permisos o documentos Esto dificulta a que puedan acceder a comida fresca y sufran de inseguridad alimentaria.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés), una persona sufre de inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos nutritivos para llevar una vida normal y saludable.  Según un informe de la Zara Charitable Foundation en el condado de Queens la inseguridad alimentaria en niños es del 20.5%, casi el doble del porcentaje nacional. Según el informe de métricas alimentarias de la oficina del alcalde de la ciudad en el 2021, el 12.1% de las personas padecieron de inseguridad alimentaria en este condado.

En el grupo hay alrededor de 150 voluntarios que colaboran con las diferentes actividades de la brigada, como la entrega de alimentos. Todos vienen de distintos países, en su mayoría de Latinoamérica. Cada fin de semana hay entre 35 y 45 voluntarios que ayudan a clasificar y distribuir las donaciones que les llegan desde organizaciones o personas locales. Las donaciones son variadas, desde comida y ropa, hasta productos de primera necesidad.

Entre los voluntarios de la Brigada está Amparo Gómez, de 73 años, que lleva más de 45 años en Nueva York. Ella cuenta que hoy “se escapó” de su casa para venir a ayudar, ya que hace una semana tuvo una cirugía. “Yo vengo dos o tres veces a la semana, lo que me encanta es ayudar a la comunidad”,  dice Gómez, quien hace tres años se unió a la organización.

Gómez dividiendo las verduras en bolsas para luego repartirlas

Gómez dividiendo las verduras en bolsas para luego repartirlas

Hay otros voluntarios que recién llegaron en la actual ola migratoria. “Acá veníamos a recibir alimentos, entonces como no tenía trabajo, nos quedamos de voluntarios con mi familia”, dice Stephanie, de 46 años, mientras cocina un arroz con pollo para repartirlo entre las personas que esperan afuera de la brigada por comida caliente y por su despensa. Ella es voluntaria todos los sábados en la cocina de la brigada.

 

 Stephanie cocina un arroz con pollo y ensalada para los voluntarios y personas que esperan en la fila

Stephanie cocina un arroz con pollo y ensalada para los voluntarios y personas que esperan en la fila

Stephanie es una migrante colombiana, quien llegó a Queens hace un año después de cruzar la frontera con su esposo y sus cuatro hijos. Al llegar a la ciudad no encontró trabajo, algunos de sus amigos le contaron sobre la Brigada y ella empezó a registrarse para recibir alimentos los fines de semana.Después de recibir ayuda de la brigada por unos meses, Stephanie decidió unirse al grupo. “Como me gusta la cocina, me metí por este lado”, dice Stephanie, quien también hacía voluntariado en Colombia.

Una línea de esperanza

Según Tituaña, la brigada entrega entre 350 y 500 canastas alimentarias a la semana. Las personas se registran mediante un formulario que se encuentra en las publicaciones de Facebook de la brigada. Mientras los voluntarios sacan la comida de la brigada y la ubican en mesas en la acera. Una línea de personas espera desde las 9 de la mañana por su almuerzo y por las compras que estén disponibles ese día.

Según la Oficina del alcalde para Asuntos de los Inmigrantes, un 33% de la comunidad latina está en Queens lo cual se refleja en quienes van a recoger alimentos semanalmente.  En su mayoría son latinos, aunque también llegan asiáticos, europeos y estadounidenses. Tituaña afirma que las puertas están abiertas para todos.

Nancy, de 33 años, espera en la fila junto a una de sus hijas. Ella abandonó Ecuador hace un año después de perder su trabajo en una importadora. Nancy explica que la delincuencia y las extorsiones en Ecuador la motivaron a venir a la ciudad. 

“Es una ayuda muy grande, nosotros somos cinco personas. Me ahorro unos $50 dólares, eso es mucho”, dice Nancy que viene por tercera vez en el año a recoger alimentos. Ella tiene una hija de cuatro años y no puede trabajar porque debe cuidarla, por lo que espera regresar.

La comida se empieza a repartir a las 2 de la tarde, se demoran unas dos horas en repartir todos los alimentos

La comida se empieza a repartir a las 2 de la tarde, se demoran unas dos horas en repartir todos los alimentos

Para los voluntarios no importa el clima, lo que importa es estar allí cada sábado. Después de repartir la comida ellos limpian las calles y recogen las cajas para guardarlas dentro del edificio. Cuando acaban, ya es un poco más de las 4 de la tarde. Están cansados, pero siguen hablando y riéndose entre ellos. 

“No nos importa si está lloviendo, si está nevando o si hay mucho sol” dice Gómez una de las voluntarias de la brigada, “lo hacemos igual”. Ese se ha convertido en el lema de la organización, estar allí cada sábado para recibir a quienes necesitan comida y un poco de esperanza.